En los últimos meses, el salario mínimo, vital y móvil en Argentina experimentó una alarmante caída bajo la administración de Javier Milei, según un reciente informe de CIFRA CTA. Desde la asunción del nuevo gobierno, se han realizado dos reuniones del Consejo Nacional del Empleo, la Productividad y el Salario Mínimo, Vital y Móvil, en febrero y mayo, con la conclusión de aumentos salariales nominales que totalizaron un 60,5% desde noviembre de 2023.
Sin embargo, este incremento nominal no logra mantener el paso con la inflación proyectada para el mismo período, que supera el 136%. Esto ha resultado en una pérdida real significativa del salario mínimo, estimada en un 32,1% desde noviembre de 2023. Esta reducción se suma a las disminuciones registradas en años anteriores, donde se observaron caídas anuales superiores al 10% durante los años 2018, 2019 y 2020.
El informe también destaca que el valor actual del salario mínimo es inferior al de gran parte de la década de 1990, reflejando un retroceso significativo en términos de su capacidad para cumplir su función como piso salarial. Este fenómeno se da en un contexto de desregulación y flexibilización del mercado laboral, políticas impulsadas por el gobierno actual.
Cabe señalar que la comparación del salario mínimo con las líneas de pobreza e indigencia revela una situación crítica: en julio de 2024, el salario mínimo solo cubre el 56,8% de la canasta básica de alimentos que define la línea de indigencia para una familia tipo, y el 25,6% de la canasta de pobreza. Estas cifras son comparables a las de la crisis económica de la convertibilidad en 2001/2002, evidenciando un retroceso histórico en términos de bienestar económico para los trabajadores argentinos.
El informe proyecta que, de no haberse producido esta pérdida de poder adquisitivo desde finales de 2015, el salario mínimo en julio de 2024 sería considerablemente más alto, aproximadamente $540.000, lo que representaría más del 143% de la canasta básica alimentaria mencionada.