El Banco Mundial afirmó que el crecimiento del PBI de Argentina del año próximo se basará en el avance de la implementación de las medidas del gobierno de Javier Milei y en un rebote tras la fuerte recesión que se estima para este año.
Los expertos presentaron el reporte
“Relanzando las bases para un crecimiento económico sostenible e inclusivo en la República Argentina”, donde se analizaron las causas del bajo crecimiento del país y se sugirieron las herramientas para lograr un desarrollo sustentable.
El reporte señala que luego de un buen
momento de crecimiento económico entre 2003-2007, Argentina “desaprovechó” el momento para mejorar la política fiscal e introducir reformas estructurales que aumenten la productividad, diversifiquen las exportaciones y fomenten la competitividad. A partir de 2010, la economía se caracterizó por un crecimiento promedio del 1,3% anual, con siete años de contracción del PBI. Hoy, Argentina tiene un PBI per cápita similar al de 2007.
En el plano de las
recomendaciones de políticas, el informe plantea “tres áreas estratégicas para que la economía argentina pueda afrontar sus desafíos y encaminarse en una senda de crecimiento duradero y sostenible”.
Una se refiere a la necesidad de “reducir a pro-ciclicidad fiscal para aliviar la volatilidad macroeconómica y fomentar la inversión, motor clave del crecimiento de largo plazo”.
Precisa que desde 1950, Argentina ha pasado 26 años en recesión, lo que la convierte en el país con más recesiones económicas del mundo, seguida del Congo, Chad, Ucrania y Venezuela. En promedio, cada recesión (uno o más años consecutivos de crecimiento negativo) duró 1,6 años y significó una caída del PBI de 4% anual. Y agrega que las repetidas crisis macroeconómicas impactan en los más vulnerables al reducir sus ingresos, su nivel de vida y la calidad de los servicios públicos.
“Reformular el cálculo de indexación de las pensiones para proteger mejor el valor real de las prestaciones frente a variaciones inesperadas de la inflación, fortalecer estabilizadores automáticos como el impuesto a la renta de personas o introducir reglas fiscales sólidas son herramientas contra-cíclicas eficaces”, sostuvo Julián Folgar, economista del Banco Mundial y co-autor del reporte.
El trabajo destaca que la
volatilidad económica (usualmente exacerbada por la pro-ciclicidad fiscal) desincentiva la inversión a largo plazo, motor clave del crecimiento económico. Da cuenta de que, a pesar de sus abundantes recursos naturales, Argentina tiene la séptima tasa de inversión más baja de América Latina (20% del PBI en 2021) y una de las tasas más bajas de Inversión Extranjera Directa (1,4% en 2021).
El Banco Mundial afirma que la
competitividad de Argentina en los mercados mundiales ha disminuido. El peso del comercio internacional como porcentaje del PBI pasó de 42% en 2002 a 34 % en 2022. El número de exportadores disminuyó alrededor del 30% durante este período.
“Para facilitar el comercio exportador, Argentina puede mejorar el acceso al crédito, fortalecer la agencia de promoción de exportaciones y atracción de Inversión Extranjera Directa, limitar al mínimo las barreras no arancelarias y acelerar reformas para mejorar los servicios de logística y aduanas” sostuvo Reyes.
Según el organismo multilateral, “el capital humano de Argentina es el componente más importante de su riqueza nacional”, pero advierte que los Indicadores en esta materia han ido empeorando. Considera que, si bien el acceso a la educación aumentó en las últimas décadas, l
os resultados educativos se están deteriorando y los estudiantes argentinos completan menos años de escolarización que sus homólogos de países similares.
Al respecto, Reyes planteó que “desarrollar un seguro de desempleo sólido o reorientar los programas activos del mercado laboral hacia la empleabilidad y el desarrollo de habilidades pueden ser medidas innovadoras para mejorar el desarrollo del capital humano y modernizar los mercados laborales”.
El informe muestra como Argentina es un caso atípico a nivel global, al tener un claro deterioro educativo intergeneracional. Hoy el 25% de los adultos entre 55 y 64 años tienen título universitario en comparación con sólo el 19% de quienes tienen entre 25 y 34 años, mostrando una tendencia decreciente a participar de la educación terciaria.