26.10.2020 / OPINIÓN

Chile renace, a la luz de su lucha

Chile sin dudas ha marcado una nueva jornada histórica. El domingo 25 de octubre miles de chilenas y chilenos formaron parte del plebiscito que por más del 78% de los votos enterró la constitución que fuera escrita por la dictadura pinochetista.

por Noelia Naranjo




En la década de 1970, luego del derrocamiento del gobierno de Salvador Allende; Chile se convirtió en el estandarte neoliberal de la región y el mundo. Se inició un programa en el que la mayor parte de los derechos que garantizaba el Estado desaparecen, empieza a prevalecer una primacía del mercado que no tiene que ver sólo, con la libertad de precios y de la circulación de los productos en el mercado, sino con la flexibilidad en el tratamiento de la “mercancía - fuerza de trabajo”.

El modelo neoliberal apuntó en el país trasandino, directamente a la modificación de las instituciones de manera de poder desarrollar su programa económico sin más. Un ejemplo de esto es la reforma constitucional que se realizó y que hasta hoy ha regido los destinos chilenos. Se produjo un quiebre y cambio de modelo de estado que modificó la estructura chilena. Ortodoxia neoliberal que ni con los gobiernos de la concertación se pudo modificar de raíz.

Con mecanismos absolutamente viciados, temas como las Fuerzas Armadas, Carabineros, la minería o la educación se ven prácticamente imposibilitados de ser modificados; no se garantiza en la carta magna el derecho humano, fundamental y vital del acceso al agua; que ha tenido como resultado la privatización del mismo (caso único en el mundo). Los pueblos originarios, son desconocidos (y obviamente no considerados sujetos de derechos). Por nombrar, algunos aspectos.

“El ladrillo” sobre el cual se edificó el régimen neoliberal chileno; fue también el cimiento de un pueblo que irá construyendo alianzas, que irá dando enfrentamientos, que se encontrará  cara a cara en las luchas. Una contradicción propia de este sistema.

El estallido, las calles, nuevas formas de organización
Para nadie es una novedad hablar hoy de la crisis profunda en la que está sumergido el mundo. Un sistema financiero especulativo que comenzó a generar a través de la digitalización una nueva fase para el desarrollo capitalista, acelerado por el coronavirus que en el 2020 trastocó las relaciones sociales y moldeó a las económicas.

Y Chile, que fue hasta inicios del 2019  el ejemplo neoliberal de la región, hizo de “los octubres” una síntesis de 30 años de explotación y lucha.

La “evasión masiva” en el metro ante el aumento de su tarifa fue el detonante de un estallido social insurreccional que fue conquistando las calles. Bajo la consigna “Nos cansamos, nos unimos” día a día se fueron sumando sectores sociales que pedían por educación pública gratuita, por salud digna, reconocimiento del trabajo no remunerado, jornada laboral de 40 hs, entre otras. Proceso que fue construyendo la “Marcha más Grande de la Historia”. Un pueblo que perdió la inmovilidad, el miedo ante la constante represión de las fuerzas policiales, que logró descorporativizarse, que conquistó las plazas y las calles, una Primera Línea que blindó a su pueblo, chilenas y chilenos que gritaron “sin justicia no hay paz”.  Pues claro, la “paz” del capitalismo esconde la miseria y el sometimiento de las clases subalternas. Que la dignidad sea la costumbre.

Un año de luchas constantes, que tuvieron que cambiar de forma ante la irrupción del Coronavirus. De la masividad a la conquista de los territorios, nunca se abandonó la iniciativa y la ofensiva. La crisis sanitaria en Chile se sumó a la crisis política, social y económica, abierta en el país, lo que llevó a los barrios a realizar diversas “ollas comunes” y “comedores populares” para asistir a personas en su alimentación. Surgen “Brigadas de sanitización” como una respuesta del pueblo en el marco de la Rebelión Popular en Chile.

La respuesta del régimen chileno fue también la militarización de las diferentes regiones, y sobre todo de los territorios mapuches; pueblo históricamente reprimido y vapuleado. Causa y bandera, que fue desde el inicio el estandarte de la insurrección chilena, bandera de las y los de abajo.

Acción constante, estrategias de luchas adaptadas, disputa en lo virtual y realización en las calles; un año de avance y de enfrentamientos que fueron dándole unidad al pueblo chileno, y fueron construyendo poder popular.

El plebiscito, un nuevo contrato social  y el comienzo del renacer

El domingo 25 de octubre de 2020, se dio un paso más en la avanzada decidida del campo popular. El proceso de reforma constituyente y el “Apruebo” era un gran desafío, y uno de los resultados del proceso de lucha iniciado en octubre del 2019.

El pueblo chileno ha logrado abrir las puertas de un proceso que no debe abandonar la acción en las calles, pero que definitivamente deberá profundizar la organización popular. El triunfo aplastante del “Apruebo” y de la Convención Constitucional (155 constituyentes elegidos por el voto popular) que será la responsable de redactar la nueva carta magna, es un peldaño más en el ascenso revolucionario popular de Chile.

Los cabildos, los territorios organizados a través de asambleas, las redes de articulación popular que fueron constituyéndose deben ser el centro de la escena. La profundización de la política, nuevos valores, la potencia de lo local enlazado globalmente y viceversa, la construcción de una nueva sociedad parada en la dignidad de su pueblo y en lo común; es la tarea. Erradicar de una vez y para siempre la mercantilización de la vida y las relaciones sociales, la privatización de los recursos, los beneficios para algunos pocos, al neoliberalismo, la especulación y la profunda desigualdad.

Las organizaciones y los cuadros políticos deberán ir al ritmo de su pueblo; creando una nueva sociedad que ya no podrá ser lo que era. Atento siempre el campo popular, a la derecha que no se rinde y que no abandonará jamás la defensa de sus privilegios de clase. Todo está en juego, y por eso es que vale la lucha minuto a minuto por vencer.

Chile despertó, y cuando se abren los ojos no hay forma de volver a cerrarlos.



CHILE RENACE, A LA LUZ DE SU LUCHA

Chile sin dudas ha marcado una nueva jornada histórica. El domingo 25 de octubre miles de chilenas y chilenos formaron parte del plebiscito que por más del 78% de los votos enterró la constitución que fuera escrita por la dictadura pinochetista.

En la década de 1970, luego del derrocamiento del gobierno de Salvador Allende; Chile se convirtió en el estandarte neoliberal de la región y el mundo. Se inició un programa en el que la mayor parte de los derechos que garantizaba el Estado desaparecen, empieza a prevalecer una primacía del mercado que no tiene que ver sólo, con la libertad de precios y de la circulación de los productos en el mercado, sino con la flexibilidad en el tratamiento de la “mercancía - fuerza de trabajo”.

El modelo neoliberal apuntó en el país trasandino, directamente a la modificación de las instituciones de manera de poder desarrollar su programa económico sin más. Un ejemplo de esto es la reforma constitucional que se realizó y que hasta hoy ha regido los destinos chilenos. Se produjo un quiebre y cambio de modelo de estado que modificó la estructura chilena. Ortodoxia neoliberal que ni con los gobiernos de la concertación se pudo modificar de raíz.

Con mecanismos absolutamente viciados, temas como las Fuerzas Armadas, Carabineros, la minería o la educación se ven prácticamente imposibilitados de ser modificados; no se garantiza en la carta magna el derecho humano, fundamental y vital del acceso al agua; que ha tenido como resultado la privatización del mismo (caso único en el mundo). Los pueblos originarios, son desconocidos (y obviamente no considerados sujetos de derechos). Por nombrar, algunos aspectos.

“El ladrillo” sobre el cual se edificó el régimen neoliberal chileno; fue también el cimiento de un pueblo que irá construyendo alianzas, que irá dando enfrentamientos, que se encontrará  cara a cara en las luchas. Una contradicción propia de este sistema.

El estallido, las calles, nuevas formas de organización

Para nadie es una novedad hablar hoy de la crisis profunda en la que está sumergido el mundo. Un sistema financiero especulativo que comenzó a generar a través de la digitalización una nueva fase para el desarrollo capitalista, acelerado por el coronavirus que en el 2020 trastocó las relaciones sociales y moldeó a las económicas.
Y Chile, que fue hasta inicios del 2019  el ejemplo neoliberal de la región, hizo de “los octubres” una síntesis de 30 años de explotación y lucha.

La “evasión masiva” en el metro ante el aumento de su tarifa fue el detonante de un estallido social insurreccional que fue conquistando las calles. Bajo la consigna “Nos cansamos, nos unimos” día a día se fueron sumando sectores sociales que pedían por educación pública gratuita, por salud digna, reconocimiento del trabajo no remunerado, jornada laboral de 40 hs, entre otras. Proceso que fue construyendo la “Marcha más Grande de la Historia”. Un pueblo que perdió la inmovilidad, el miedo ante la constante represión de las fuerzas policiales, que logró descorporativizarse, que conquistó las plazas y las calles, una Primera Línea que blindó a su pueblo, chilenas y chilenos que gritaron “sin justicia no hay paz”.  Pues claro, la “paz” del capitalismo esconde la miseria y el sometimiento de las clases subalternas. Que la dignidad sea la costumbre.

Un año de luchas constantes, que tuvieron que cambiar de forma ante la irrupción del Coronavirus. De la masividad a la conquista de los territorios, nunca se abandonó la iniciativa y la ofensiva. La crisis sanitaria en Chile se sumó a la crisis política, social y económica, abierta en el país, lo que llevó a los barrios a realizar diversas “ollas comunes” y “comedores populares” para asistir a personas en su alimentación. Surgen “Brigadas de sanitización” como una respuesta del pueblo en el marco de la Rebelión Popular en Chile.

La respuesta del régimen chileno fue también la militarización de las diferentes regiones, y sobre todo de los territorios mapuches; pueblo históricamente reprimido y vapuleado. Causa y bandera, que fue desde el inicio el estandarte de la insurrección chilena, bandera de las y los de abajo.

Acción constante, estrategias de luchas adaptadas, disputa en lo virtual y realización en las calles; un año de avance y de enfrentamientos que fueron dándole unidad al pueblo chileno, y fueron construyendo poder popular.

El plebiscito, un nuevo contrato social  y el comienzo del renacer

El domingo 25 de octubre de 2020, se dio un paso más en la avanzada decidida del campo popular. El proceso de reforma constituyente y el “Apruebo” era un gran desafío, y uno de los resultados del proceso de lucha iniciado en octubre del 2019.

El pueblo chileno ha logrado abrir las puertas de un proceso que no debe abandonar la acción en las calles, pero que definitivamente deberá profundizar la organización popular. El triunfo aplastante del “Apruebo” y de la Convención Constitucional (155 constituyentes elegidos por el voto popular) que será la responsable de redactar la nueva carta magna, es un peldaño más en el ascenso revolucionario popular de Chile.

Los cabildos, los territorios organizados a través de asambleas, las redes de articulación popular que fueron constituyéndose deben ser el centro de la escena. La profundización de la política, nuevos valores, la potencia de lo local enlazado globalmente y viceversa, la construcción de una nueva sociedad parada en la dignidad de su pueblo y en lo común; es la tarea. Erradicar de una vez y para siempre la mercantilización de la vida y las relaciones sociales, la privatización de los recursos, los beneficios para algunos pocos, al neoliberalismo, la especulación y la profunda desigualdad.

Las organizaciones y los cuadros políticos deberán ir al ritmo de su pueblo; creando una nueva sociedad que ya no podrá ser lo que era. Atento siempre el campo popular, a la derecha que no se rinde y que no abandonará jamás la defensa de sus privilegios de clase. Todo está en juego, y por eso es que vale la lucha minuto a minuto por vencer.

Chile despertó, y cuando se abren los ojos no hay forma de volver a cerrarlos.