El intendente de Venado Tuerto y vicepresidente de la UCR santafesina, Leonel Chiarella, fue elegido como presidente del Comité Nacional del partido, un cargo en el que sucederá a Martín Lousteau.
El joven dirigente radical contó con el apoyo de los gobernadores Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Carlos Sadir (Jujuy) y Juan Pablo Valdés (Corrientes); de los ex mandatarios Gustavo Valdés (Corrientes) y Gerardo Morales (Jujuy); y del propio Lousteau (líder de la corriente Evolución) y del presidente presidente del Comité bonaerense, Maximiliano Abad.
Al plenario no ingresaron los delegados de Mendoza y Chaco, disconformes con la decisión que tomó la mayoría del partido a instancias de una propuesta de Pullaro. “No estamos conformes con llevar al partido a Provincias Unidas”, reconoció Cornejo en diálogo con la Agencia Noticias Argentinas.
Pese al rechazo de Mendoza y de Chaco, Chiarella se convirtió a sus 36 años en el presidente más joven de la historia del partido centenario, y le tocará el desafío de recuperar el protagonismo de una fuerza política que atraviesa la crisis más profunda desde la vuelta de la democracia.
"Vamos a dejar la vida por este partido", arengó el jefe comunal de Venado Tuerto ante una sala que estaba colmada de dirigentes radicales de todo el país.
Y expresó: "Decían que agarraba una papa caliente, pero asumir es el desafío más hermoso de nuestra vida política".
"Nosotros queremos decirle a la sociedad que hay otra forma de ejercer y practicar la política. Lo decimos porque son los hechos los que respaldan las gestiones de nuestros cinco gobernadores y de nuestros intendentes", aseguró.
Chiarella asume como presidente de la UCR en medio de este delicado escenario de fragmentación parlamentaria. Si bien en los papeles el nuevo conductor del radicalismo debería respaldarse en el bloque de la UCR, buena parte de los apoyos que recibió para su encumbramiento en el partido provino de dirigentes que se encuadraron en Provincias Unidas, como Lousteau, Pullaro y Sadir.
El intendente de Venado Tuerto busca ser la cara de la renovación del radicalismo y para ello tiene a su favor el hecho de no pertenecer a ninguna de las facciones internas que se disputan el poder.